Jesucristo...

Todo lo que sabemos de Jesús aparece en los cuatro evangelios incluidos en el Nuevo Testamento, considerados libros sagrados por todas las confesiones cristianas.
El relato evangélico es la fuente principal para el conocimiento de Jesús, y constituye la base de las interpretaciones que de su figura hacen las diferentes ramas del cristianismo. Aunque puede contener elementos históricos, expresa fundamentalmente la fe de las comunidades cristianas en la época en que estos textos fueron escritos, y la visión que por entonces tenían de Jesús de Nazaret.

Quien fue Jesús...

Jesús de Nazaret, también conocido como Cristo o Jesucristo, fue un predicador y líder religioso judío. Es la figura central del cristianismo y una de las más influyentes de la historia. Según la opinión aceptada en medios académicos, basada en una lectura crítica de los textos sobre su persona, Jesús de Nazaret fue un predicador judío que vivió a comienzos del siglo I en las regiones de Galilea y Judea. Murió crucificado en Jerusalén alrededor del año 30, bajo el gobierno de Poncio Pilato. La figura de Jesús está presente en varias religiones. En el cristianismo, es considerado el Hijo de Dios y, para la mayoría de las denominaciones cristianas, es la encarnación de Dios Hijo. Su importancia radica en la creencia de que, con su muerte y posterior resurrección, redimió al género humano.

Jesús en el Nuevo Testamento...

Todo lo que sabemos de Jesús aparece en los cuatro evangelios incluidos en el Nuevo Testamento, considerados libros sagrados por todas las confesiones cristianas. El relato evangélico es la fuente principal para el conocimiento de Jesús, y constituye la base de las interpretaciones que de su figura hacen las diferentes ramas del cristianismo. Aunque puede contener elementos históricos, expresa fundamentalmente la fe de las comunidades cristianas en la época en que estos textos fueron escritos, y la visión que por entonces tenían de Jesús de Nazaret.

Nacimiento e infancia de Jesús...

Los relatos referentes al nacimiento e infancia de Jesús proceden exclusivamente del Evangelio de Mateo (1,18-2,23) y del de Lucas (1,5-2,52).

En el Evangelio de Lucas, se relata que María y José viven en la ciudad galilea de Nazaret. La historia de la concepción de Jesús se entrelaza aquí con la de Juan el Bautista, ya que en este evangelio María e Isabel, madre del Bautista, son parientes y el nacimiento de Jesús es notificado a María por el ángel Gabriel, lo que se conoce como Anunciación: (Lc 1,26-38).​ El emperador Augusto entonces ordena un censo en el cual cada uno debe empadronarse en su lugar de nacimiento, y José debe viajar a Belén, por ser originario de este lugar. Jesús nace en Belén mientras se encuentran de viaje y es adorado por pastores.

Bautismo y Tentaciones...

La llegada de Jesús fue profetizada por Juan el Bautista (su primo, según el Evangelio de Lucas)​ por quien Jesús fue bautizado en el río Jordán.​ Durante el bautismo, el Espíritu Santo, en forma de paloma, descendió sobre Jesús, y se escuchó la voz de Dios.​

Según los evangelios sinópticos, el Espíritu condujo a Jesús al desierto, donde ayunó durante cuarenta días y superó las tentaciones a las que fue sometido por el Demonio. ​No se menciona este episodio en el Evangelio de Juan. Después Jesús marchó a Galilea, se estableció en Cafarnaún​ y comenzó a predicar la llegada del Reino de Dios.​

Vida Pública de Jesús...

Gran parte de los hechos de la vida pública de Jesús narrados en los evangelios tienen como escenario la zona septentrional de Galilea, en las cercanías del mar de Tiberíades, o lago de Genesaret, especialmente la ciudad de Cafarnaúm, pero también otras, como Corozaín o Betsaida.​También visitó, en el sur de la región, localidades como Caná o Naín, y la aldea en la que se había criado, Nazaret, donde fue recibido con hostilidad por sus antiguos convecinos. ​Su predicación se extendió también a Judea (según el Evangelio de Juan, visitó Jerusalén en tres ocasiones desde el comienzo de su vida pública), y estuvo en Jericó​ y Betania (donde resucitó a Lázaro).​ Predicó tanto en sinagogas como al aire libre, y las muchedumbres se congregaban para escuchar sus palabras. Entre sus discursos, destaca el llamado Sermón de la Montaña, Utilizó a menudo parábolas para explicar a sus seguidores el Reino de Dios. Las parábolas de Jesús son breves relatos cuyo contenido es enigmático (a menudo han de ser después explicadas por Jesús). Mantuvo controversias con miembros de algunos de los más importantes grupos religiosos del judaísmo, y muy especialmente con los fariseos, a quienes acusó de hipocresía y de no cuidar lo más mportantedela la Torá: la justicia, la compasión y la lealtad (Mt 12, 38-40; Lc 20, 45-47).

Los primeros Discípulos...

Jesús escogió a sus principales seguidores (llamados en los evangelios «apóstoles»; en griego, ‘enviados’), en número de doce, de entre el pueblo de Galilea. En los sinópticos se menciona la lista siguiente: Simón, llamado Pedro y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Zelote y Judas Iscariote, el que posteriormente traicionaría a Jesús (Mt 10,2-4; Mc 3,16-19; Lc 6, 13-16). ​Algunos de ellos eran pescadores, como las dos parejas de hermanos formadas respectivamente por Pedro y Andrés, y Juan y Santiago.Mateo se identifica generalmente con Leví el de Alfeo, un publicano de quien en los tres sinópticos se relata brevemente cómo fue llamado por Jesús (Mt 9,9; Mc 2,14; Lc 5,27-28),​ lo que acarreó a Jesús numerosos reproches de los fariseos.

La Transfiguración...

Los evangelios sinópticos relatan que Jesús subió a un monte a orar con algunos de los apóstoles, y mientras oraba se transformó el aspecto de su rostro, y su vestido se volvió blanco y resplandeciente. Aparecieron junto a él Moisés y Elías.

Los apóstoles dormían mientras tanto, pero al despertar vieron a Jesús junto a Moisés y Elías. Pedro sugirió que hicieran tres tiendas: para Jesús, Moisés y Elías. Entonces apareció una nube y se oyó una voz celestial, que dijo: «Este es mi Hijo elegido, escuchadle».

Jesús camino a Jerusalén...

Según los cuatro evangelios, Jesús fue con sus seguidores a Jerusalén para celebrar allí la fiesta de Pascua. Entró a lomos de un asno, para que se cumplieran las palabras del profeta Zacarías (Zc 9, 9: «He aquí que tu rey viene a ti, manso y montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de una bestia de carga»). Fue recibido por una multitud, que lo aclamó como «hijo de David».

Según los evangelios sinópticos, a continuación fue al Templo de Jerusalén, y expulsó de allí a los cambistas y a los vendedores de animales para los sacrificios rituales​ (el Evangelio de Juan, en cambio, sitúa este episodio al comienzo de la vida pública de Jesús, y lo relaciona con una profecía sobre la destrucción del Templo). ​Vaticinó la destrucción del Templo​ y otros acontecimientos futuros.

La última cena...

Según los evangelios sinópticos, la noche de Pascua cenó en Jerusalén con los Apóstoles, en lo que la tradición cristiana designa como la última cena. En el transcurso de esta cena pascual, Jesús predijo que sería traicionado por uno de los Apóstoles, Judas Iscariote. Tomó pan en las manos, diciendo «Tomad y comed, este es mi cuerpo» y, a continuación, cogiendo un cáliz de vino, dijo: «Bebed de él todos, porque esta es la sangre de la Alianza, que será derramada por la multitud para la remisión de los pecados». Profetizó también, según los sinópticos, que no volvería a beber vino hasta que no lo bebiera de nuevo en el Reino de Dios.

La traición y arresto de Jesús...

Tras la cena, según los evangelios sinópticos, Jesús y sus discípulos fueron a orar al huerto de Getsemaní. Los apóstoles, en lugar de orar, se quedaron dormidos, y Jesús sufrió un momento de fuerte angustia con respecto a su destino, aunque decidió acatar la voluntad de Dios.​

Judas había efectivamente traicionado a Jesús, para entregarlo a los príncipes de los sacerdotes y los ancianos de Jerusalén a cambio de treinta piezas de plata.

​Acompañado de un grupo armado de espadas y garrotes, enviado por los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, llegó a Getsemaní y reveló la identidad de Jesús besándole la mejilla. Jesús fue arrestado. Por parte de sus seguidores hubo un conato de resistencia, pero finalmente todos se dispersa.

Juicio a Jesús...

Después de su detención, Jesús fue llevado al palacio del sumo sacerdote Caifás. Allí fue juzgado ante el Sanedrín. Se presentaron falsos testigos, pero como sus testimonios no coincidían, no fueron aceptados. Finalmente, Caifás preguntó directamente a Jesús si era el Mesías, y Jesús dijo: «Tú lo has dicho». El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras ante lo que consideraba una blasfemia. Los miembros del Sanedrín escarnecieron cruelmente a Jesús. ​En el Evangelio de Juan, Jesús fue llevado primero ante Anás, suegro de Caifás, y luego ante este último. Solo se detalla el interrogatorio ante Anás, bastante diferente del que aparece en los sinópticos. ​Pedro, que había seguido a Jesús en secreto tras su detención, se encontraba oculto entre los sirvientes del sumo sacerdote. Reconocido como discípulo de Jesús por los sirvientes, le negó tres veces (dos según el Evangelio de Juan), como Jesús le había profetizado.​

A la mañana siguiente, Jesús fue llevado ante Poncio Pilato, el procurador​ romano. Tras interrogarle, Pilato no le halló culpable, y pidió a la muchedumbre que eligiera entre liberar a Jesús o a un conocido bandido, llamado Barrabás. La multitud, persuadida por los príncipes de los sacerdotes, pidió que se liberase a Barrabás, y que Jesús fuese crucificado. Pilato se lavó simbólicamente las manos para expresar su inocencia de la muerte de Jesús.

Pilatos manda a azotar a Jesús...

Cuando Pilatos mando a Jesús, lo hizo con la intención de aplacar a la multitud y evitar su crucifixión. Pilato no encontró ningún delito en Jesús que mereciera la muerte, pero la presión de los líderes religiosos y la multitud era intensa. Para intentar satisfacer a los acusadores sin llegar a la ejecución, Pilato ordenó que Jesús fuera azotado, una forma de castigo brutal que consistía en golpear al reo con un látigo de múltiples correas, a menudo con fragmentos de hueso o metal en las puntas.

Los soldados romanos llevaron a Jesús al pretorio, donde lo desnudaron y lo ataron a una columna. Luego, procedieron a azotarlo, infligiéndole un dolor extremo y dejando su cuerpo cubierto de heridas sangrantes. Además de los azotes, los soldados se burlaron de Jesús, colocándole una corona de espinas en la cabeza y vistiéndolo con un manto púrpura, en una cruel parodia de su título de "Rey de los Judíos". Le golpearon y escupieron, aumentando su sufrimiento físico y humillación.

Después de la flagelación, Pilato presentó a Jesús ante la multitud, esperando que el castigo fuera suficiente para calmar su sed de sangre. Sin embargo, los líderes religiosos y la multitud continuaron exigiendo su crucifixión. Pilato, temiendo un levantamiento y queriendo mantener la paz, finalmente cedió a sus demandas y entregó a Jesús para ser crucificado.

Este evento es un momento crucial en la Pasión de Cristo, mostrando tanto la brutalidad del castigo romano como la determinación de los líderes religiosos de Jerusalén para eliminar a Jesús.

Jesús es condenado a muerte...

Jesús fue llevado ante el Sanedrín, el consejo religioso judío, donde fue acusado de blasfemia por afirmar ser el Hijo de Dios. Según los Evangelios de Marcos y Mateo, fue condenado a muerte por el sumo sacerdote. Entonces, Jesús fue entregado a Poncio Pilato, el gobernador romano, ya que los judíos no tenían autoridad para ejecutar a nadie. Pilato, aunque inicialmente no encontró culpa en Jesús, accedió a la presión de la multitud y lo condenó a muerte por crucifixión.

La Crucifixión del Señor...

Jesús En medio del griterío desbordado, Pilato les entregó a Jesús para que fuese crucificado" (Jn). No es una mera condena por rebelión, ni siquiera una condena a muerte sin más, sino la muerte en la cruz. Era tan injuriosa la condena que estaba prohibida para los ciudadanos romanos. A la tortura se añadía la infamia. Era una muerte lenta y exasperante, una tortura cruel, era el peor suplicio que podían encontrar para matar. Se clavaban las manos y los pies en el madero y al colgar, el cuerpo se consumía en la asfixia. Al desangrarse, se padecía gran sed y fiebres, unido a unos dolores intensos al estar colgado el cuerpo de tres hierros. Era una muerte pública, de escarmiento por la gravedad de los delitos.

Sus últimas palabras en la Cruz...

Conocidas como “las siete palabras”, son frases que Jesús pronunció durante su crucifixión. Estas palabras tienen un profundo significado teológico y espiritual para los cristianos. Aquí te las detallo:

  • “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34): Jesús pide perdón para aquellos que lo están crucificando, mostrando su compasión y misericordia incluso en el momento de su mayor sufrimiento.

  • “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43): Jesús le dice esto a uno de los ladrones crucificados junto a él, asegurándole la salvación y la vida eterna.

  • “Mujer, he ahí tu hijo; he ahí tu madre” (Juan 19:26-27): Jesús se dirige a su madre, María, y al discípulo Juan, encargándole a Juan el cuidado de María.

  • “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46; Marcos 15:34): Esta expresión refleja el profundo dolor y sentimiento de abandono que Jesús experimenta en ese momento.

  • “Tengo sed” (Juan 19:28): Una expresión de su sufrimiento físico, cumpliendo así las Escrituras.

  • “Consumado es” (Juan 19:30): Jesús declara que su misión en la tierra está cumplida, habiendo llevado a cabo la redención de la humanidad.

“Padre, en tus manos, encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46).

Con estas palabras, Jesús entrega su espíritu a Dios, mostrando su confianza y entrega total al Padre.

Jesús muere en la Cruz...

La muerte de Jesús en la cruz es uno de los eventos más significativos en la historia del cristianismo. Jesús fue crucificado como un acto de sacrificio y redención por los pecados de la humanidad. Su crucifixión tuvo lugar en el Gólgota, también conocido como el “Lugar de la Calavera”, fuera de las murallas de Jerusalén. Jesús fue clavado en la cruz y sufrió una muerte dolorosa y humillante, rodeado de burlas y desprecio.

Teológicamente, los cristianos creen que la muerte de Jesús fue necesaria para cumplir el plan de salvación de Dios. A través de su sacrificio, Jesús pagó el precio de los pecados de la humanidad, ofreciendo así la posibilidad de reconciliación con Dios y la promesa de vida eterna. Este acto de amor incondicional es visto como la máxima expresión de la misericordia divina.

La crucifixión de Jesús también es interpretada como un símbolo de su fidelidad a su misión de establecer el Reino de Dios. A pesar del sufrimiento y la muerte, su resurrección tres días después es celebrada como la victoria definitiva sobre el pecado y la muerte, reafirmando la esperanza cristiana en la resurrección y la vida eterna.

Jesús es sepultado...

Después de la crucifixión de Jesús, su cuerpo fue entregado a José de Arimatea, un discípulo secreto de Jesús debido al temor a los judíos. José pidió permiso a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús y, una vez obtenido, lo envolvió en una tela de lino. Nicodemo, otro seguidor de Jesús, también participó en el entierro, trayendo una mezcla de mirra y áloe, que utilizaron para preparar el cuerpo según las costumbres judías.

El cuerpo de Jesús fue colocado en una tumba nueva, tallada en la roca, que pertenecía a José de Arimatea. Esta tumba estaba situada en un jardín cerca del lugar de la crucifixión. Después de colocar el cuerpo en la tumba, rodaron una gran piedra para sellar la entrada. Las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea observaron dónde fue sepultado para poder regresar después del sábado y completar los ritos funerarios.

La sepultura de Jesús es un evento crucial en la narrativa cristiana, ya que prepara el escenario para su resurrección al tercer día. La tumba vacía, descubierta por las mujeres el domingo de Pascua, se convierte en el símbolo central de la victoria de Jesús sobre la muerte y la promesa de vida eterna para sus seguidores.

La Resurrección del Señor...

La resurrección de Jesús es el evento central del cristianismo, celebrado el Domingo de Pascua. Según los Evangelios, Jesús resucitó al tercer día después de su crucifixión. Las mujeres que fueron a su tumba al amanecer del primer día de la semana encontraron la piedra removida y la tumba vacía. Un ángel les anunció que Jesús había resucitado, y poco después, Jesús se apareció a María Magdalena y a otros discípulos.

Teológicamente, la resurrección de Jesús es vista como la victoria definitiva sobre el pecado y la muerte. A través de su resurrección, Jesús confirma su identidad como el Hijo de Dios y cumple las profecías del Antiguo Testamento. Este evento también asegura a los creyentes la promesa de vida eterna y la esperanza de su propia resurrección futura.

La resurrección no solo es un testimonio del poder de Dios, sino también un fundamento de la fe cristiana. Los apóstoles predicaron la resurrección como el núcleo de su mensaje, y la Iglesia primitiva se formó alrededor de esta creencia. La resurrección de Jesús sigue siendo una fuente de inspiración y esperanza para los cristianos de todo el mundo.

Sus apariciones antes de subir a los cielos...

Después de su resurrección, Jesús se apareció a sus seguidores en varias ocasiones durante un período de 40 días antes de ascender al cielo. La primera aparición fue a María Magdalena en el jardín cerca de la tumba vacía. Luego, Jesús se apareció a dos discípulos en el camino a Emaús, quienes no lo reconocieron inicialmente hasta que partió el pan con ellos.

Jesús también se apareció a sus discípulos reunidos en una casa, mostrándoles sus heridas para probar que realmente había resucitado. En otra ocasión, se apareció a Tomás, quien había dudado de su resurrección, y le permitió tocar sus heridas. Además, Jesús se apareció a más de 500 personas a la vez, según el apóstol Pablo.

Estas apariciones sirvieron para fortalecer la fe de sus seguidores y prepararlos para la misión de difundir el Evangelio. Finalmente, Jesús se apareció a sus discípulos en el monte de los Olivos, donde les dio la Gran Comisión de hacer discípulos de todas las naciones antes de ascender al cielo.

Su Ascensión a los cielos...

La ascensión de Jesús a los cielos ocurrió cuarenta días después de su resurrección. Según los Evangelios, Jesús llevó a sus discípulos a un lugar cerca de Betania. Allí, mientras los bendecía, fue elevado al cielo y una nube lo ocultó de su vista. Los discípulos, asombrados, se quedaron mirando al cielo hasta que dos ángeles aparecieron y les dijeron que Jesús volvería de la misma manera en que lo habían visto irse.

La ascensión marca el final de la presencia física de Jesús en la tierra y su exaltación a la derecha de Dios. Este evento es significativo porque confirma la divinidad de Jesús y su triunfo sobre la muerte. Además, la ascensión prepara el camino para la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, que empoderaría a los discípulos para continuar su misión de difundir el Evangelio.

La ascensión también simboliza la esperanza cristiana de que, así como Jesús ascendió al cielo, sus seguidores también serán llevados a la presencia de Dios al final de los tiempos. Este evento es celebrado por los cristianos como una de las principales fiestas del calendario litúrgico.